Problemas que puede implicar una mala lateralización

En primer lugar conviene decir que la lateralidad debe estar configurada a partir de los cinco años, el niño se puede lateralizar antes pero a esta edad es casi necesario que las dominancias se encuentren bien establecidas, puesto que a esta edad es cuando se empieza a dar más importancia al aprendizaje de la lectoescritura. A partir de aquí nos podemos encontrar básicamente tres tipos de problemas:

  • LATERALIDAD CONTRARIADA

La lateralidad contrariada se produce cuando un niño o niña elige erróneamente una mano para los procesos de aprendizaje, a modo de ejemplo un niño puede elegir la mano izquierda para los trabajos de escritura y dibujo puesto que copia al compañero de delante y por tanto utiliza la mano izquierda. Otra posibilidad es que copie a una persona que resulte significativa para él/ella como el padre, la madre o una maestra importante en su desarrollo escolar.
L@s niñ@s que presentan una lateralidad cruzada suelen presentar un ritmo de trabajo muy lento sobretodo en las tareas de escritura y suelen presentar problemas de coordinación visomotora y orientación espacial.
En estos casos es muy importante realizar un diagnóstico profundo, puesto que el plan de intervención dependerá mucho de esta valoración y la toma de decisiones puede implicar en gran parte el futuro de los aprendizajes del niño. Ante esta situación podemos tomar dos alternativas de actuación en función de diferentes variables:

  1. Realizar un cambio de mano: es decir forzar al niño de forma que utilice la mano que le correspondería de forma innata en los procesos de escritura y dibujo fundamentalmente. No obstante, antes de tomar esta opción que es la que parece más lógica, hay que tener en cuenta una serie de cosas: que el niño o la niña entiendan el problema y se quieran vincular con la solución, es decir, que pongan de su parte en el proceso de cambio; otro aspecto que se debe tener en cuenta es la edad del alumno, nosotros rara vez recomendamos un cambio de mano si tiene más de 9 o 10 años, a no ser que sea mejor el remedio que la enfermedad, ya que a estas edades el camino es muy largo para que ganen una buena destreza con la mano que no está entrenada.
    • Cuando tomamos una decisión de este tipo es conveniente tener en cuenta que se trata de un proceso bastante largo y, en ocasiones, doloroso, ya que sobretodo al principio ven como tienen muy poco destreza con la mano que deben utilizar y deben estar convencidos de que es lo mejor para ell@s. En caso contrario si son los agentes educativos los que están insistiendo constantemente en que cambie de mano y él/ella no quiere, lo más probable es que le acabemos causando dificultades a nivel emocional y no consigamos que utilice la mano correctamente, de modo que al final será una perdida de tiempo ya que volverá a usar la mano que había elegido y habrá perdido un tiempo precioso.
  2. Potenciar al máximo la mano que ha escogido: en este sentido conviene potenciar todos los aspectos básicos de la movilidad manual y su destreza, potenciando de este modo el tono muscular, la direccionalidad, la coordinación visomotora y las habilidades finas como el recortado o el pintar.
  • LATERALIDAD CRUZADA

La lateralidad cruzada se produce en cuanto el niño o la niña presenta un cruce entre la dominancia ocular sensorial y la dominancia manual, por ejemplo, un niño presenta una clara preferencia hacia la mano derecha, mientras que se detecta que el ojo dominante sensorialmente es el izquierdo o viceversa.
En estos casos las principales dificultades que se suelen dar son relativas a la orientación espacial y por tanto, de forma consecuente suelen provocar dificultades en relación al desarrollo de la lectura y la escritura. Estas dificultades de orientación se producen porque el niño/a carece de eje corporal definido que le permita orientarse externamente o en el plano. Cabe decir que much@s adult@s y niñ@s presentan una lateralidad cruzada y no necesariamente presentan o han presentado dificultades de aprendizaje, en estos casos lo más común es que hayan desarrollado mecanismos que han compensado las dificultades que puede generar la lateralidad cruzada.
En cuanto detectamos una lateralidad solemos iniciar dos tipos de trabajo:

  1. Por un lado, solemos contar con el soporte de un/a especialista en optometria para que evalúe la causa de la lateralización ocular contraria a la manual, puesto que en ocasiones esto puede ser debido a la presencia de alguna dificultad de tipo refractivo (agudeza visual), a la presencia de un “ojo vago”, entre otras dificultades oculares. Los optometristas entonces deciden si se debe realizar algún tipo de intervención a nivel ocular como sea potenciar el “ojo vago”, cambiar la lateralidad ocular, …
  2. Normalmente, l@s niñ@s con la lateralidad cruzada suelen tener dificultades de tipo psicomotriz, con lo cual se inicia un trabajo de este tipo para reforzar el domino corporal y por tanto, potenciar los ejes corporales de espacio. Al mismo tiempo, también se suele trabajar la orientación en el espacio como requisito básico para su progresión en el resto de aprendizajes.
  • DÉBIL LATERALIZACIÓN

En otras ocasiones nos podemos encontrar con niñ@s que entorno a los 6 años aún no han establecido unas preferencias laterales claras, con lo cual no disponen de ningún tipo de referente de ubicación espacial. En estos casos conviene no forzar la lateralización, puesto que nos podríamos equivocar potenciando un lado que tal vez no es el dominante. Ante esta situación la mejor opción consiste en potenciar todas las fases del desarrollo psicomotor, de forma que así potenciamos el dominio corporal y de forma natural acaban adquiriendo una dominancia lateral.
En estos casos las principales dificultades que podemos encontrar son un retraso en la adquisición de la lectura y la escritura, torpeza motriz y dificultades en términos generales para el progreso en los aprendizajes básicos de la etapa de Educación Primaria (6-12a).

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