¿Cómo solucionar la enuresis nocturna?

El trastorno propio de la enuresis, sin duda, es tan antiguo como el hombre.

El papiro de Ebers describía un procedimiento para tratar la enuresis infantil 1550 años antes de Cristo. Consistía en el siguiente combinado:

–          Un vaso de cerveza

–          Una gálbula

–          Una baya de enebro

Posiblemente sea esta fórmula magistral el inicio histórico de la psicofarmacología infantil Y una muestra indudable de preocupación social por la incontinencia urinaria.

Los procedimientos terapéuticos utilizados han sido de todo orden. Su variedad no puede sorprender dado que la enuresis constituye una incomodidad familiar.

Los métodos más frecuentes utilizados en terapia de conducta para el tratamiento de la enuresis son, en primer lugar, la técnica de Mowrer y Mowrer con un aparato

despertador que suena cuando el niño se orina en la cama; también se utiliza la técnica de retención de Kimmel (Kimmel y Kimmel, 1970) cuyo objetivo es ampliar la capacidad de la vejiga y que el niño aprenda a inhibir más y más las contracciones del destrusor posponiendo la micción, reforzándolo por retener durante el día más tiempo la orina; y la técnica de Azrin y Foxx (Azrin y Foxx, 1979), en la que se refuerza por el uso del inodoro y la cama seca.

No cabe duda que de todos los intentos terapéuticos basados en los presupuestos conductuales, el despertador es el más significativo, relevante y eficaz hasta la fecha.

En la técnica de Mowrer y Mowrer (1938) o del aparato antienurético despertador, éste está compuesto generalmente de un sensor de humedad (de tela metálica o cosido a un plástico fuerte) y de un timbre de alarma. Las primeras gotas de orina cierran un circuito eléctrico (totalmente inofensivo) que pone en funcionamiento la alarma, que a su vez despierta inmediatamente al niño. Éste, al despertarse cierra automáticamente los esfínteres cortando el flujo del pis; una vez que el aparato haya despertado un número determinado de veces al niño, debidamente instruido y motivado, se despierte; por último, el niño aprenderá a contraer el esfínter ante mayores presiones de la vejiga y seguirá durmiendo.

Hay casos, bastante frecuentes, cuya dificultad primordial para el éxito del tratamiento consiste en que la alarma no consigue despertar al niño. En tales casos se aconseja a los padres que despierten  ellos al niño, instándole a que opere el interruptor de alarma. Tras unas pocas noches actuando así, la mayor parte de los enuréticos se despiertan por sí solos ante el sonido de la alarma.

Mowrer y Mowrer (1938) afirman que la conexión funcional entre la estimulación de la distención de la vejiga y las respuestas de despertar y de inhibición deberá llegar a estar lo suficientemente establecida para que la respuesta de contracción del esfínter y de despertar se adelanten y ocurran antes de que suene la alarma, es decir, antes del comienzo de la micción.

Finalmente, la tensión del detrusor y la presión sobre el esfínter irán generando la respuesta de contracción de éste y solo desencadenarán la respuesta de despertar ante una presión muy elevada.

La estrategia de intervención utilizada frecuentemente en la clínica infantil para el tratamiento de la enuresis, con resultados altamente positivos (Cáceres, 1982, 1993), combina el método de Mowrer y Mowrer – técnica del aparato despertador – y un programa de refuerzo con fichas (importante para elevar el nivel de motivación y reforzar el cumplimiento de las tareas que el niño debe realizar).

Es importante actuar según los datos de la evaluación psicológica, siendo algunas veces necesaria la intervención en los problemas colaterales, si los hubiese: celos, miedo a la oscuridad, etc. Con base a los resultados de la línea base inicial (frecuencia de veces que se orina, obtenida mediante un registro de observación cumplimentado por los padres durante dos semanas), si comprobamos que el niño se orina más de dos veces por semana. En caso contrario no sería necesario utilizar la técnica del despertador, centrándonos sólo en un programa de refuerzo con fichas más la motivación del niño a través de la relación terapéutica e implicación de los padres.

Una vez conseguido el objetivo terapéutico, es importante establecer sesiones de seguimiento (sin el uso del aparato) y advertir a los padres y al niño que puede producirse algún incidente de cama mojada en el futuro, debiendo ser considerado como un hecho aislado, actuando los padres con normalidad motivando al niño.

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