¿Fobia social o timidez?

La timidez es una forma atenuada de fobia social. Aunque la fobia social puede confundirse con la timidez, son términos distintos que deben diferenciarse.La persona tímida siente ansiedad cuando se enfrenta a una situación social, pero no es incapacitante ni le supone un gran malestar. En cambio, cuando hablamos de fobia social, la persona experimenta un gran malestar ante una situación social, provocándole enrojecimiento, temblores, sudoración excesiva, sequedad bucal, tics musculares, ansiedad intensa, ritmo cardíaco acelerado y sensación de desmayo.A modo de ejemplo, todos tenemos miedo a alguna cosa, como puede ser a los insectos, a volar, a subir un ascensor, etc. Estos miedos se pueden considerar normales, pero el problema radica cuando el temor ante estas situaciones interfiere y condiciona nuestra vida, privándonos de hacer cualquier cosa, lo que nos genera una elevada ansiedad. Del mismo modo sucede en la fobia social, cuyas características son la evitación de las situaciones sociales temidas, la ansiedad anticipatoria que se produce antes de enfrentarse a la situación y el malestar. Los pensamientos negativos y los síntomas psicosomáticos condicionan la vida de la persona, lo que puede conducir al aislamiento y empobrecimiento social, la desmoralización crónica y un deterioro incapacitante.

Es muy importante no confundir fobia social con timidez. Un adolescente o joven tímido puede experimentar cierto malestar en algunas situaciones sociales y sentirse incómodo, pero esto no tiene por qué interferir en su vida cotidiana, ni afectar a su calidad de vida. Por el contrario, un adolescente con fobia social puede sentirse muy incapacitado a la hora de llevar una vida normal. Por ejemplo, un alumno tímido que tenga que hacer una exposición de un trabajo delante de sus compañeros de clase, puede pasarlo mal, pero finalmente llevará a cabo su tarea y hará dicha exposición. En cambio, si hablamos de un alumno con fobia social, intentará de cualquier manera evitar esa situación. En caso que le obliguen a hacerlo, se preocupará más por controlar sus síntomas de ansiedad que por su trabajo. Del mismo modo, sus pensamientos y verbalizaciones serán autocríticos  “voy a hacer el ridículo”, “van a pensar que soy tonto o raro”, “me voy a quedar en blanco y no voy a saber que decir”, “todos se van a dar cuenta de que estoy nervioso”.

 

¿Por qué es importante la detección precoz de la fobia social?

La fobia social es un trastorno de ansiedad que frecuentemente tiene su inicio en la adolescencia. La adolescencia es un momento crítico en la formación de la identidad y por eso es importante estar alerta ante determinados síntomas que nos puedan indicar que el adolescente tiene o está desarrollando este trastorno.

En ocasiones, la persona que padece fobia social cree que el temor y la angustia que vive ante situaciones y objetos que teme son propios de su personalidad y piensan que es “su forma de ser”. Pero no debemos olvidar que la fobia social es un trastorno de prolongada evolución; conduce al que lo padece a diferentes grados de incapacidad en varios aspectos de su vida.

La fobia social puede ser específica (limitarse a determinadas situaciones,  como puede ser hablar en público) o puede ser generalizada y abarcar la mayoría de las situaciones sociales.

En cuanto a los alcances de incapacidad, existen evidencias para sugerir que el grado es considerable. Algunas personas que padecen fobia social pueden presentar un índice más alto de abuso de alcohol y ser más propensas a mostrar una conducta suicida, así como también un mayor consumo de Benzodiacepinas para reducir la ansiedad en las situaciones sociales a las que se obligan a asistir.

Hasta cierto punto la discapacidad se ve influenciada por la edad. En el caso de los ancianos, es más probable que acepten el retiro social. Del mismo modo, sus familiares aceptan ese retiro social porque creen que forma parte de su etapa evolutiva. En cambio, en el caso de niños, adolescentes y jóvenes, su aislamiento es más claro cuando llegan a una edad adulta, cuando no necesitan el cuidado de sus padres. De todas maneras, es importante prestar atención a conductas características de la fobia social, ya que, cuanto más tiempo se pospone el tratamiento, más probable es que persista y que la incapacidad sea mayor. En el caso de los niños, por ejemplo, podemos observar un mayor grado de ansiedad que dificulte sus actividades escolares, tales como leer en voz alta, escribir en la pizarra, etc. En los adolescentes, en cambio, podemos observar conductas tales como evitar ir a fiestas o quedar con los amigos, sensación de que todos lo miran, telefonear a personas poco conocidas, etc., así como también los síntomas psicosomáticos característicos de este trastorno.

 

¿Qué tratamiento es el adecuado?

Las situaciones sociales a las que la persona teme pueden no ser las mismas en todos los casos, lo que conlleva determinar exactamente cuáles son las situaciones temidas y en qué grado, lo que nos va a ayudar a realizar una adecuada y completa intervención posterior.

Cuando hablamos de fobia social, debemos tener presente que hablamos de la existencia de una distorsión cognitiva de la autopercepción de las personas que la padecen, evaluándose a sí mismas de manera negativa “no lo sabré hacer”, “todos verán que no sé hacerlo”. Por ese motivo, la terapia psicológica cognitiva es la intervención valorada como la más efectiva, en comparación con otros tratamientos, en la reducción de distorsiones cognitivas y en la reducción al miedo a la evaluación negativa.

La terapia psicológica cognitiva de la fobia social se centra primordialmente a las interpretaciones negativas que caracteriza este trastorno. El psicólogo especialista que va a llevar a cabo la intervención le explicará detenidamente a la persona cómo se ha desarrollado la patología y por qué se mantiene en la actualidad. Posteriormente se planteará cuál va a ser la intervención que se va a llevar a cabo, los pasos y las razones por las que se realiza una cosa y no otra. No obstante, aunque existirán diferencias en la intervención según el caso, se trabajan unos elementos comunes:

  • Se entrenará a la persona en habilidades sociales. La persona que padece fobia social tiene una pérdida o no aprendizaje de habilidades sociales  (iniciar y terminar conversaciones, mantener conversaciones, saber decir “no” cuando te hacen una propuesta que no deseas, etc.). Para casos concretos se pueden añadir habilidades más específicas según el temor y las necesidades individuales de cada persona, como por ejemplo, habilidades para hablar en público.
  • Se tratará de que la persona vaya exponiéndose de forma gradual a sus miedos. Una vez que tenemos las habilidades necesarias la persona debe afrontar el miedo realizando de forma paulatina todo aquello que ha dejado de hacer por su fobia. Esto se realizará de forma estructurada y controlada utilizando estrategias que el psicólogo entrenará en la consulta.
  • Otros elementos que pueden estar presentes para mejorar la eficacia de la intervención pueden ser: entrenamiento en técnicas de relajación que faciliten el afrontamiento de las situaciones temidas, cambio de pensamiento para impedir ansiedad anticipatoria, racionalización del miedo social, etc.

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